14 de octubre de 2010

El perro y su reflejo

"Un perro, que llevaba un pedazo de carne entre sus dientes, se paseaba por el borde de un arroyo cuando vio su propia figura reflejada en el agua. Creyendo que era otro perro, y que el trozo de carne que aquél llevaba era mejor que el suyo, se dispuso a arrojarse al agua para arrebatárselo. Pero al hacerlo, tuvo que soltar su pedazo, con el resultado de quedarse sin comida, puesto que el trozo codiciado no era sino un reflejo, y al verdadero se lo llevó la corriente."

Que no te pase nunca a ti lo mismo por perseguir sin tino un espejismo.

Jean de la Fontaine

3 comentarios:

Deray dijo...

Codiciar lo ajeno nunca fue bueno. A veces deseamos lo de los demás sin valorar lo que tenemos hasta que lo perdemos. Tu entrada es un buen ejemplo de ello. Después de estar un tiempo retirada de este mundillo, regreso y me sigo deleitando con estos cuentos tuyos que nos regalas, y que tanto nos hace reflexionar. No te alejes tanto Jean vuelve pronto, se te echa de menos, tus letras siempre han sido especiales para mí. Un beso grande

Deray dijo...

No valoramos lo que tenemos, hasta que lo perdemos, siempre andamos persiguiendo lo que posee el prójimo y no nos damos cuenta que lo ajeno no hay que desearlo, todo cuesta su esfuerzo. Un beso enorme querido estudiante, vuelve pronto, se te extraña

Deray dijo...

Suele ocurrir, pocas veces valoramos lo que tenemos, nos damos cuenta cuando lo hemos perdido. Bella entrada Jean para reflexionar un poco sobre si realmente merecemos lo que poseemos. Un beso grande y vuelve pronto, precisamente tu ausencia me ha enseñado lo bueno que me aportas cuando te leo.