14 de octubre de 2010

El perro y su reflejo

"Un perro, que llevaba un pedazo de carne entre sus dientes, se paseaba por el borde de un arroyo cuando vio su propia figura reflejada en el agua. Creyendo que era otro perro, y que el trozo de carne que aquél llevaba era mejor que el suyo, se dispuso a arrojarse al agua para arrebatárselo. Pero al hacerlo, tuvo que soltar su pedazo, con el resultado de quedarse sin comida, puesto que el trozo codiciado no era sino un reflejo, y al verdadero se lo llevó la corriente."

Que no te pase nunca a ti lo mismo por perseguir sin tino un espejismo.

Jean de la Fontaine

4 de junio de 2010

Decálogo para ser plenamente infeliz

Antes que nada, pedir perdón por mi desaparición durante todo este tiempo sin explicación alguna. La razón es que los exámenes finales me han tenido atado todo este tiempo, y no pude dedicar mucho rato a este espacio. Por ello ahora vuelvo con más ganas aún:

1.- Duerme menos horas de las que necesites, haz poco deporte y no te preocupes por las comidas. La salud no es lo bastante importante para prestarle atención.

2.- Tampoco cuides tu mente. Nuestro organismo ya tiene suficientes mecanismos para hacerlo por sí solo. Dale vueltas a tu cabeza hasta que consigas aislarte del resto del mundo.

3.- Convierte tu trabajo y tus estudios en el centro de tu vida. Descuida tus relaciones con los demás y enciérrate en tu cuarto. Quizá los demás se harten de ti, pero conseguirás un buen futuro profesional.

4.- No muestes interés por la lectura, los trabajos manuales o el cine. Esas aficiones son propias de personas desocupadas y tú no lo eres. Convéncete de eso.

5.- Agóbiate todo lo que puedas, es sano vivir en continua tensión. Piensa continuamente en tus problemas y repítete que no tienen solución. Cuando todos te parezcan igualmente graves e insuperables, habrás conseguido amargarte por completo.

6.- No te molestes en organizarte, ya irán viniendo las cosas. Además, hagas lo que hagas, siempre te faltará tiempo y terminarás agobiado. Resígnate.

7.- Tampoco elabores proyectos para tu vida, porque nunca se cumplen. Si alguna vez caes en la tentación de preparar alguno, no se te ocurra esforzarte para conseguirlo. Lo mejor es dejarse arrastrar por los acontecimientos y no pensar en el futuro.

8.- No te quieras a ti mismo. Elabora para ello una lista con tus cualidades negativas y recítala en voz alta ante el espejo tres o cuatro veces al día. De ese modo, no solo te la aprenderás de memoria, sino que te ayudará a estar continuamente amargado.

9.- Recuerda sismpre que la culpa es de los demás. Critícales todo lo que puedas y estate siempre pendiente de sus juicios y valoraciones sobre ti. No des un paso ni tomes una decisión sin preguntarte qué pensará la gente de eso.

10.- Obsesiónate con ser feliz, este es el mejor modo de no lograrlo. Dedica cinco minutos antes de ir a la cama a culpabilizarte de tus problemas y tus fallos. Así te darás cuenta de que la felicidad es algo inalcanzable.

14 de abril de 2010

El halcón real

"Nasruddin llegó a ser primer ministro del rey. En cierta ocasión, mientras deambulaba por el palacio, vio por primera vez en su vida un halcón real. Hasta entonces, Nasruddin jamás había visto semejante clase de paloma. De modo que tomó unas tijeras y cortó con ellas las garras, las alas y el pico del halcón.

«Ahora pareces un pájaro como es debido», dijo. «Tu cuidador te ha tenido muy descuidado»."

Anthony de Mello

¿Cuántas veces nos empecinamos en ver solo con nuestra mirada, sin abrirnos a que hay otras posibilidades?

19 de marzo de 2010

El Buscador

"Esta es la historia de un hombre al que yo definiría como buscador.

Un buscador es alguien que busca. No necesariamente es alguien que encuentra. Tampoco ese alguien que sabe lo que está buscando. Es simplemente para quien su vida es una búsqueda.

Un día un buscador sintió que debía ir hacia la ciudad de Kammir. Él había aprendido a hacer caso riguroso a esas sensaciones que venían de un lugar desconocido de sí mismo, así que dejó todo y partió. Después de dos días de marcha por los polvorientos caminos, divisó Kammir a lo lejos. Un poco antes de llegar al pueblo, una colina a la derecha del sendero le llamó la atención. Estaba tapizada de un verde maravilloso y había un montón de árboles, pájaros y flores encantadoras. La rodeaba por completo una especie de valla pequeña de madera lustrada… Una portezuela de bronce lo invitaba a entrar. De pronto sintió que olvidaba el pueblo y sucumbió ante la tentación de descansar por un momento en ese lugar. El buscador traspaso el portal y empezó a caminar lentamente entre las piedras blancas que estaban distribuidas como al azar, entre los árboles. Dejó que sus ojos eran los de un buscador, quizá por eso descubrió, sobre una de las piedras, aquella inscripción… "Abedul Tare, vivió 8 años, 6 meses, 2 semanas y 3 días". Se sobrecogió un poco al darse cuenta de que esa piedra no era simplemente una piedra. Era una lápida, sintió pena al pensar que un niño de tan corta edad estaba enterrado en ese lugar… Mirando a su alrededor, el hombre se dio cuenta de que la piedra de al lado, también tenía una inscripción, se acercó a leerla decía "Llamar Kalib, vivió 5 años, 8 meses y 3 semanas". El buscador se sintió terrible mente conmocionado. Este hermoso lugar, era un cementerio y cada piedra una lápida. Todas tenían inscripciones similares: un nombre y el tiempo de vida exacto del muerto, pero lo que lo contactó con el espanto, fue comprobar que, el que más tiempo había vivido, apenas sobrepasaba 11 años. Embargado por un dolor terrible, se sentó y se puso a llorar. El cuidador del cementerio pasaba por ahí y se acercó, lo miró llorar por un rato en silencio y luego le preguntó si lloraba por algún familiar.

- No, ningún familiar – dijo el buscador - ¿Qué pasa con este pueblo?, ¿Qué cosa tan terrible hay en esta ciudad? ¿Por qué tantos niños muertos enterrados en este lugar? ¿Cuál es la horrible maldición que pesa sobre esta gente, que lo ha obligado a construir un cementerio de chicos?.

El anciano sonrió y dijo: -Puede usted serenarse, no hay tal maldición, lo que pasa es que aquí tenemos una vieja costumbre. Le contaré: cuando un joven cumple 15 años, sus padres le regalan una libreta, como esta que tengo aquí, colgando del cuello, y es tradición entre nosotros que, a partir de allí, cada vez que uno disfruta intensamente de algo, abre la libreta y anota en ella: a la izquierda que fu lo disfrutado…, a la derecha, cuanto tiempo duró ese gozo. ¿Conoció a su novia y se enamoró de ella? ¿Cuánto tiempo duró esa pasión enorme y el placer de conocerla?… ¿Una semana, dos? ¿tres semanas y media?… Y después… la emoción del primer beso, ¿cuánto duró?, ¿El minuto y medio del beso?, ¿Dos días?, ¿Una semana? … ¿y el embarazo o el nacimiento del primer hijo?…, ¿y el casamiento de los amigos…? ¿y el viaje más deseado…?, ¿y el encuentro con el hermano que vuelve de un país lejano…?¿Cuánto duró el disfrutar de estas situaciones?… ¿horas?, ¿días?… Así vamos anotando en la libreta cada momento, cuando alguien se muere, es nuestra costumbre abrir su libreta y sumar el tiempo de lo disfrutado, para escribirlo sobre su tumba. Porque ese es, para nosotros, el único y verdadero tiempo vivido."

Jorge Bucay

2 de marzo de 2010

Buscar en un lugar equivocado

"Un vecino encontró a Nasruddin cuando éste andaba buscando algo de rodillas.
«¿Qué andas buscando, Mullab?».
«Mi llave. La he perdido».
Y arrodillados los dos, se pusieron a buscar la llave perdida. Al cabo de un rato dijo el vecino:
«¿Dónde la perdiste?»
«En casa».
«¡Santo Dios! Y entonces, ¿por qué la buscas aquí?».
«Porque aquí hay más luz»"

Anthony de Mello

¿De qué vale buscar lo más fácil, si el error no está ahí?

16 de febrero de 2010

Las tres rejas

"Un joven discípulo dijo a un sabio filósofo:
-Maestro, un amigo tuyo estuvo hablando mal de ti. Dijo que...
-Espera-le interrumpió el filósofo-. ¿Ya hiciste pasar por las tres rejas lo que vas a contarme?
-¿Qué tres rejas? - Preguntó el joven

-Sí, las tres rejas. La primera es la verdad. ¿Estás seguro que es totalmente cierto lo que vas a decirme?
-No, lo oí comentar a unos vecinos-Respondió el discípulo

-Al menos lo habrás hecho pasar por la segunda reja, la bondad. Lo que quieres decirme, ¿es bueno para alguien?
-No, al contrario - contestó el joven

-Y la última reja es la necesidad. ¿Es necesario que yo sepa lo que quieres contarme?
-No, no es estrictamente necesario - Aseveró el discípulo

Entonces dijo el sabio sonriendo:
- Si no es verdadero, ni bueno, ni necesario, mejor será olvidarlo para siempre."

Autor desconocido

6 de febrero de 2010

Burros, más que burros

"Dos burros estaban atados entre sí. A uno y otro lado, a cinco metros aproximadamente, su dueño había puesto dos montones de verde y rica alfalfa. Torpes, como burros que eran, acuciados por el hambre, se empeñaron en comer cada uno del montón que tenían más cerca. Tantas eran las ansias por comer, tanto el esfuerzo al tirar cada uno por su lado, tanta la obcecación y la cabezonería y tanto su egoísmo, que se agotaron sin probar bocado. A punto
estuvieron, cada uno por su lado, de tocar con su hocico la hierba de enfrente pero no lo lograron.

Eso aumentó más su sufrimiento, su angustia y su esfuerzo inútil. Pasaron así una hora, hasta que, extenuados por el hambre, el trabajo y la rabia, cayeron al suelo a dos dedos (¡a dos dedos tan sólo!) de la alfalfa.

Dos vacas que pasaban por allí, en maravillosa camaradería, se pararon y, con parsimonia inteligente, liquidaron uno de los montones y, después, con idéntico entendimiento, acabaron con el segundo."

Alfonso Francia.

26 de enero de 2010

El cielo

"Un hombre, su caballo y su perro iban por una carretera. Cuando pasaban cerca de un árbol enorme cayó un rayo y los tres murieron fulminados. Pero el hombre no se dio cuenta de que ya había abandonado este mundo, y prosiguió su camino con sus dos animales (a veces los muertos andan un cierto tiempo antes de ser conscientes de su nueva condición...)

La carretera era muy larga y colina arriba. El sol era muy intenso, y ellos estaban sudados y sedientos. En una curva del camino vieron un magnífico portal de mármol, que conducía a una plaza pavimentada con adoquines de oro. El caminante se dirigió al hombre que custodiaba la entrada y entabló con él, el siguiente diálogo:
-Buenos días.
-Buenos días - Respondió el guardián
-¿Cómo se llama este lugar tan bonito?.
-Esto es el cielo.
-¡Qué bien que hayamos llegado al Cielo, porque estamos sedientos!
-Usted puede entrar y beber tanta agua como quiera.-Y el guardián señaló la fuente.
-Pero mi caballo y mi perro también tienen sed…
-Lo siento mucho – Dijo el guardián –, pero aquí no se permite la entrada a los animales.
El hombre se levantó con gran disgusto, puesto que tenía muchísima sed, pero no pensaba beber sólo. Dio las gracias al guardián y siguió adelante.

Después de caminar un buen rato cuesta arriba, ya exhaustos los tres, llegaron a otro sitio, cuya entrada estaba marcada por una puerta vieja que daba a un camino de tierra rodeado de árboles.. A la sombra de uno de los árboles había un hombre echado, con la cabeza cubierta por un sombrero. Posiblemente dormía.
-Buenos días – dijo el caminante.
El hombre respondió con un gesto de la cabeza.
-Tenemos mucha sed, mi caballo, mi perro y yo
-Hay una fuente entre aquellas rocas – dijo el hombre, indicando el lugar -. Podéis beber tanto agua como queráis.
El hombre, el caballo y el perro fueron a la fuente y calmaron su sed.
El caminante volvió atrás para dar gracias al hombre
-Podéis volver siempre que queráis – Le respondió éste.
-A propósito ¿Cómo se llama este lugar? – preguntó el hombre.
-CIELO.
-¿El Cielo? Pero si el guardián del portal de mármol me ha dicho que aquello era el Cielo!
-Aquello no era el Cielo. Era el Infierno – contestó el guardián.
El caminante quedó perplejo.
-¡Deberíais prohibir que utilicen vuestro nombre! ¡Esta información falsa debe provocar grandes confusiones! – advirtió el caminante.
-¡De ninguna manera! – increpó el hombre -. En realidad, nos hacen un gran favor, porque allí se quedan todos los que son capaces de abandonar a sus mejores amigos…"

Paulo Coelho

21 de enero de 2010

El elefante encadenado

Cuando yo era pequeño me encantaban los circos, y lo que más me gustaba de los circos eran los animales. Me llamaba especialmente la atención el elefante que, como más tarde supe, era también el animal preferido por otros niños. Durante la función, la enorme bestia hacía gala de un peso, un tamaño y una fuerza descomunales... Pero después de su actuación y hasta poco antes de volver al escenario, el elefante siempre permanecía atado a una pequeña estaca clavada en el suelo con una cadena que aprisionaba una de sus patas.

Sin embargo, la estaca era sólo un minúsculo pedazo de madera apenas enterrado unos centímetros en el suelo. Y, aunque la cadena era gruesa y poderosa, me parecía obvio que un animal capaz de arrancar un árbol de cuajo con su fuerza podría liberarse con facilidad de la estaca y huir.

Cuando tenía cinco o seis aós, yo todavía confiaba en la labiduría de los mayores. Pregunté entonces a un maestro, un padre o un tío por el misterio del elefante. Alguno de ellos me explicó que el elefante no se escapaba porque estaba amaestrado. Hice entonces la pregunta obvia: "Si está amaestrado, ¿por qué lo encadenan?".

No recuerdo haber recibido ninguna respuesta coherente. Con el tiempo, olvidé el misterio del elefante y la estaca, y solo lo recordaba cuando me encontraba con otros que también se habían hecho esa pregunta alguna vez.

Hace algunos años, descubrí que, por suerte para mí, alguien había sido los suficientemente sabio como para encontrar la respuesta:

"El elefante del circo no escapa porque ha estado atado a una estaca parecida desde que era muy, muy pequeño."

Seguró que la primera vez, siendo recién nacido, el elefantito empujó tratando soltarse. Y, a pesar de sus esfuerzos, no lo consiguió, porque aquella era una estaca demasiado dura para él. Ese elefante enorme y poderoso que vemos en el circo no escapa porque, pobre, cree que no puede. Tiene grabado el recuerdo de la impotencia que sintió poco después de nacer. Y lo peor de todo es que jamás se ha vuelto a cuestrionae seriamente ese recuerdo. Jamás, jamás intentó poner a prueba su fuerza...

Jorge Bucay

Y nuestra estaca, ¿cuál es?

Un camino de mil millas comienza con un paso...

Yo, personalmente, soy un fanático de los cuentos. Los cuentos son mucho más que simples fábulas: son relatos de la vida y la muerte, el compartir y el egoísmo, la verdad y la mentira. Son pequeñas historias que se les cuentan a los niños para que se duerman, o para que nos dejen en paz por un momento. ¿Cuántos cuentos puede haber en el mundo?

Pues tal día como hoy, se me ocurrió: ¿por qué no intentar reunirlos? Un poquito de aquí y otro de allá, gota a gota, paso a paso. Esto nace como un proyecto de auto-realización, un proyecto de vida. ¿Quién sabe cómo acabará? Solo espero que disfruten con estos cuentos que les quiero mostrar, y, sobre todo, que aprendan de ellos, que no se queden en lo superficial.